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jueves, diciembre 30, 2004

ultimo post 

es como
apuñalar a alguien
pero no buscando su muerte
sino el número
exacto de puñaladas
que lo dejen
al borde de la muerte


es un buen momento.
para leer los archivos.

porque.
este blog ha muerto.

pero no yo.
no volveré hasta dentro de varios meses.
pero no volvere aquí.


si sigo.
será.
dentro de algun tiempo.
con otro blog.


lunes, diciembre 20, 2004


Unos meses atrás prometía un “Post Marvel”, es decir, un post sobre los comics de esa editorial y mi relación con ellos. En estos días pienso más en arena y sol que en emprenderme en esa titánica tarea de escritura pero si tenia ganas de hacer esta trascripción del editorial del primer número de Swamp Thing escrito por su guionista, Alan Moore.
Si, ya sé. La editorial de Swamp Thing es DC, pero a los efectos es lo mismo, ya que en este escrito Moore describe muy bien un par de problemas que hubiesen sido parte de mi "Post Marvel", ya que son problemas comunes de ambas editoriales. Problemas que hicieron que yo me terminara desinteresando por el género de superhéroes. Aquí Moore hace una especie de advertencia sobre las particularidades y dificultades que tuvo tratar de adaptar un comic de horror al universo DC.
Estas dificultades se pueden resumir en dos. La primera tiene que ver con el mismo concepto de universo editorial que tienen estos comics. Una idea interesante, rica y revolucionaria, pero que con los años se transformó en una especie mastodónica gran cantidad de información acumulada con las que cada historia nueva debía cargar a sus espadas. Así con los años se generó una especie universo hiper super fantástico (que Moore describe muy bien) en donde las historias se desarrollan. Esto, en mi humilde opinión de fan lateral del género, ha contribuido a hacer perder uno de los encantos principales que este tenia: la convivencia de lo fantastico y sobrenatural en un mundo muy parecido al nuestro. (Es un pajaro, es un avión...)
La segunda tiene que ver con la inserción de todas estas historias (de todo este universo fantástico) dentro de las leyes de mercado que gobiernan nuestro universo. Estas intervienen directamente en las historias, delineado muchas sagas según la popularidad (o falta de) de determinados personajes.
Los seguidores del género saben que estos dos factores están relacionados y actúan en conjunto haciendo desastres de todo tipo en las vidas de los superhéroes.

(Fin de la introducción)



En un siglo repleto de paradojas, una de las más desconcertantes es seguramente el meteorico ascenso del horror como genero en la literatura, cine e incluso música, justo cuando cada día parecemos más conscientes de los horrores de la vida real que nos rodea. Mientras caras de niños desaparecidos nos miran desde envases de leche, las colas para ver la ultima película juvenil de terror dan la vuelta a nuestras manzana. Mientras el virus del SIDA se extiende a través de de la sociedad con estremecedora facilidad, nacido entre la gigantesca ola de ignorancia y prejuicios, las estanterías de nuestras librerías crujen bajo el peso de las plagas que infestan las paginas que deben soportar- ya sean plagas de ratas, babosas, piojos o ciempiés los que impregnen los últimos best-sellers del mercado, como el presentado por Stephen King en su novela "The Stand".
Mientras nubes radioactivas viajan hacia Occidente y las pruebas nucleares inundan el cielo con hongos de humo venenoso, bandas punk consumen la imagineria de las películas de las películas de terror con una violencia y ferocidad que en el mejor de los casos indican un desafió sin esperanza y en el peor un conformismo perverso y nihilista de la situación.
Nos guste o no, el horror es parte de nuestro entorno, de nuestra cultura, de nuestras vidas, nada de lo cual responde a la pregunta de por que una sociedad entera insiste en leer ensimismada "Dracula" mientras muestra su yugular ensangrentada, ¿nos sumergimos en el horror de ficción como sistema de embotar nuestras emociones en la vida real? ¿es alguna especie de inoculación......una pequeña dosis de algo terrorífico con la que esperamos inmunizarnos ante una mayor y mas grave agresión en nuestra vida futura? ¿Puede incluso ser una útil, si no vital, herramienta con la que ser capaces de investigar y comprender los orígenes del horror sin exponernos al daño físico o mental real?

La primera cosa que cualquiera debe comprender al leer un comic de horror moderno es que hay una gran ventaja comercial: el de poder levantar o mantener un comic flojo en ventas con la aparicion especial de una estrella invitada muy popular. En consecuencia, todas las historias producidas por cualquier editor norteamericano tienen lugar preferentemente en el mismo universo imaginario.
Eso incluye a los aventureros enmascarados con trajes de brillantes colores que pueblan los títulos de horror, y los extraños vaqueros que cabalgan desde un título del oeste a uno de ciencia-ficción gracias a un oportuno túnel dimensional. Para aquellos mas familiarizados con la literatura tradicional, intentad imaginar al Dr.Frankenstein secuestrando a una de las protagonistas de mujercitas para sus experimentos médicos, solo para encontrarse perseguido por el equipo de Sherlock Holmes y Hercules Poirot. Estoy convencido que el encanto y el abrumador absurdo de este ejemplo se muestra evidente, igual que en el mundo de los comics: La Cosa del Pantano existe en el mismo Universo que Superman, Batman, Wonder Woman y los demas ciudadanos del cosmos de los Comics DC.
Como dije antes, este enfoque tiene sus encantos y sus absurdos. Lo absurdo es obvio: para funcionar adecuadamente, el horror necesita una delicada y cuidada atmósfera - una capaz de ser arruinada por la repentina entrada de un personaje con mallas verdes y capa de color naranja, especialmente si ese personaje es aficionado a los chistes malos. Los encantos son mas difíciles de encontrar, pero una vez hallados, pueden recompensar el esfuerzo. La continuidad - la pesadilla del profesional en un universo en el que coexisten un millar de diferentes personajes superpoderosos - puede, aplicada con sensibilidad y gracia, convertirse en un rico, fértil y mítico trasfondo con personajes - prototipo fascinante pululando por él, esperando ser elegidos como las uvas en el viñedo.
Si, desde luego, la idea en si misma es algo superficial, pero dejar que eso eclipse sus fabulosas y asombrosas posibilidades es hacerse un flaco favor a uno mismo y al propio genero.
Imaginad por un momento un universo destellante, repleto de razas alienígenas de diferentes clases, desde la trascendentalmente divina a la mas repugnante lovecraftiana. Imaginad un cosmos donde los dioses arcanos aun existieran en algún lugar y donde dimensiones enteras estuvieran habitadas por simpáticos animales antropomórficos. Donde el Cielo y el Infierno fueran reales y accesibles, donde los angeles y demonios caminaran por la tierra con impunidad. Imaginad un planeta donde la exposición a una peligrosa radiación otorgara el don de la supervelocidad en lugar de un cáncer de huesos y donde los cielos estuvieran llenos de hombres y mujeres voladores amenazando con ocultar el sol. Imaginad un lugar donde la gente fuera terriblemente buena o terriblemente mala, sin apenas sitio para los mediocres. No, seguro que no se parecería al mundo en el que vivimos, pero eso no significa que no pudiera ser tan espléndido conmovedor o triste como el.
El otro gran factor que separa el comic de horror de sus más respetados parientes es la duración. Aquí las historias no terminan –al menos no en el modo en que acaban las películas o las novelas. Oh, la amenaza de turno puede ser desviada o derrotada, pero habrá otra más el mes siguiente, sin lugar a dudas. El personaje vivirá indefinidamente hasta que la falta de ventas u otro factor dicte la cancelación del comic. Incluso entones, el desposeído protagonista se encontrará participando como invitado en cualquier otro comic para evitar el olvido total en el limbo. La historia raramente termina, aunque la colección de ese personaje escupa sangre y caiga muerta al suelo.

Así que, a menos que seas lo suficientemente afortunado como para detectar una serie de éxito en sus comienzos o seas lo suficientemente rico como para conseguirte los números atrasados muchos después, puedes encontrarte, al comprar un comic por primera vez, enmedio de ka continuidad de un personaje que comenzó mucho antes de tu nacimiento, y que seguirá probablemente después de tu muerte.

Alan Moore






viernes, diciembre 10, 2004

Japan-Adolescent Sex (1978) 

Una vez, hace muchos años, miraba en una Trasnoche Continuada del Canal 4 una teen movie estadounidense de los años 80s, ambientada a fines de los 50s o principios de los 60s, cuya trama se desarrollaba en la ciudad de Nueva York. No me acuerdo de nada de la historia de película salvo de una escena. Los protagonistas se escapaban de clases para ir al cine a ver una película de Elvis. Allí, mientras miraban una escena en donde Elvis -vestido con pantalones de playa blancos, collar y camisa hawaiana, rodeado un montón de jóvenes ñoños y de típicas (pero mas vestidas que lo normal) bailarinas hawaianas - tocaba una guitarra criolla (hacia que tocaba una guitarra criolla) y cantaba (hacia que cantaba) un calypso de lo mas pedorro, uno de jóvenes protagonistas de la película dice indignado:

“¿Qué le pasó a Elvis?. ¿Lo castraron?”

Si uno escucha el primer disco de Japan, Adolescent Sex (1978) y luego escucha el ultimo, Oil on Canvas (1983) uno puede llegar decir lo mismo sobre David Sylvian.

Atento Casco. No estoy queriendo decir que la etapa final de la banda y la posterior carrera solista de Sylvian sea mala ni nada por el estilo. No no no. Nada que ver. Lo único que quiero decir es: ¿Cómo es que esa voz que escupía sexo, arrogancia y joven codicia* se convirtió en ese susurro monótono tranquilizador propio de profesor de yoga japonés?



Japan es una banda difícil de encasillar. En su primera etapa (y la que me interesa en este post) partieron como un gesto tardío de glam rock callejero tipo New York Dolls, que adaptó, ennegreció e hizo creíble el fake funk de Bowie y se termino entusiasmando con su lado arty y vanguardista a la Roxy Music, llevando todo eso a una nueva dimensión. Descripción, como casi todas sobre la banda, que no le hace justicia a su personal estilo.
Es que parece fácil sintetizar a Japan como una suma de cosas, pero no lo es. Cuando creemos que encontramos una ecuación matemática perfecta para describirlos, nos damos cuenta rápidamente que esta es irremediablemente insuficiente o injusta. Sentimos que algo se nos escapa y que precisamente ese “algo” es elemento mas importante y el que convierte a Adolescent Sex sea un disco maravilloso.
Esta idea que torpemente estoy tratando de explicar lo explica mucho mejor que yo Chris Eckman de los Walkabouts:

“Creo que la música es una forma de arte de la que es difícil hablar. Todos sabemos lo que sentimos al escucharla, y que es una experiencia compleja. Es bueno reconocer que gran parte de lo que nos gusta de la música es por sus aspectos inexplicables, ambiguos, misteriosos. Tratar de definirla en términos que podamos comprender es menospreciarla”

Y es eso lo que nos pasa con Japan. Lo que nos parece tan increíble a la hora de escucharlo, nos parece muy banal a la describirlo. Es que la esencia de Adolescent Sex no esta en la suma de sus partes sino en como estas se relacionan, canibalizan y tienen salvajes relaciones sexuales entre sí creando una criatura que valía millones.
Una criatura en la cual su momento sus compatriotas no le prestaron demasiada atención ya que no podían despegar sus ojos del punk. Y a Japan el punk les chupaba un huevo. Ellos siguieron en su universo paralelo en constante evolución y cambio para encontrar el éxito unos años después, luego de enterrar sus guitarras eléctricas para darle la bienvenida a los synthes y Giorgo Moroder y convertirse así en un involuntario póster new romantic. Involuntario porque también en es momento eran una entidad difícil de clasificar. Terminaron su carrera introduciendo detalles de música oriental de climas relajados y tranquilos (casi ambient) que iban adelantando las aventuras posteriores de Sylvian acompañado de gente como
Ryuichi Sakamoto, Holger Czukay o Robert Fripp.



Pero a lo nuestro: Adolescent Sex. Que disco amigos, que disco. Que cosa mas sutil, elegante e intensa. Esas canciones, esas guitarras, esos teclados, ese bajo, es ritmo. Cuanta juventud, cuanta arrogancia, cuanta clase. Esos hits de los que es difícil quedarse con alguno de los diez que componen el disco. Aunque hoy y a esta hora mi favorito es Suburban Love, con todas esa parte final instrumental, esas guitarras entrelazándose, ese ritmo, wooooooooooow. Pero podría ser Don`t rain at my parade, Television, Wish you were black o Communist China. Que habilidad para sonar al mismo tiempo memorables y arriesgados, ásperos y refinados...bla bla bla


Releo el post y siento que es incompleto (obvio, este parrafo anterior es cualquiera). Hay algo frustrante en dedicarle algo tan atorrante a un disco tan increíble. Pero hay razones para esto. Hay tres tipos posibles lectores de este post: los que conocen el disco y les gusta, los que conocen el disco y no les gusta y los que no conocen el disco. A los que ya lo conocen (tanto si les gustó o no) difícilmente les puede provocar una segunda lectura del disco con este post, ya que Japan es de ese tipo de bandas que provocan de entrada o un fanatismo voraz o una indiferencia y rechazo irremediable. Así que el post esta originalmente destinado a los que nunca escucharon el disco, pero para estos no soy capaz de escribirles algún argumento mucho más convincente que: “Bájenselo, que yo sé los que les digo”.

Epilogo (¡?). Bueno. En fin. Al mismo tiempo mientras escribía el post, se me ocurrieron un par de ideas para relacionar a Adolescent Sex con algo que estoy leyendo sobre le cine Hitchcock y me dieron ganas de escribir algo realmente largo y grande sobre el tema. Pero es verano. Otro día.


*esto tiene un copywright

lunes, diciembre 06, 2004

PINK FLOYD-THE FINAL CUT (1983) 

A requiem for a post war dream



En mi casa no había rock. Habían discos de la música llamada “culta” (desde música medieval a las vanguardias del siglo XX), lírica, jazz (desde standards a Coltrane), tango (de Gardel a Piazzola), chanson française, bossa nova, nueva trova cubana, folklore uruguayo, flokore argentino, folk estadounidense, folklore eslavo, blues de principios de siglo, gospel, etc. En fin, una variedad importante que abarcaba un rango que iba desde Facundo Cabral a Stockhausen, pero en donde no había nada de rock. Mejor dicho, casi naday5t de rock, porque entre todos esos discos estaban, semi escondidos, los únicos tres discos del género. Los tres de la misma banda. Los tres de Pink Floyd: Atom Heart Mother (1971), The Wall (1979) y The Final Cut (1983).
En mayor o menor medida, nunca dejé de escuchar estos tres discos*, que bien se pueden considerar los tres primeros discos de rock que tuve en mi vida. Ni siquiera en mis años mas punkies los dejé de escuchar (en todo caso no se lo decía a nadie y listo). Eso si. Hubo una época en que me era difícil escuchar The Wall porque me resultaba demasiado difícil disociar al disco con la imagen de liceal rebelde de Feliz Domingo. Pero una vez superado ese trauma pude redescubrir un gran disco. Atom Heart Mother es un muy buen disco, y si bien nunca me termino de convencer la larga pieza que da nombre al disco y que ocupa casi todo el lado B, contiene dos de mis canciones favoritas de la banda: If y Summer of 68. Dicho sea de paso, creo que Pink Floyd (en todas sus etapas) fueron mucho mejores songwriters que músicos experimentales o progresivos. Por lo que en mi opinión nunca dejaron de ser una banda folk, ya que casi siempre, toda esa enfática y elaborada parte instrumental, estaba al servicio del storytelling de las canciones. Pero ese es otro tema.
Pero The Final Cut no era un disco que escuchase mucho. Para empezar, me resultaba un disco incomodo, desagradable, feo, desolador. Pero lo que mas me causaba impresión aún, era que se trataba un disco tan vívidamente emocional y la interpretación de Waters era tan desgarradora, que me daba un poco de miedo. Entonces cada escucha de ese disco se volvía una experiencia demasiado intensa como para poder hacerla demasiado seguido.

Temo desviarme del tema. El otro día chateaba con una amigo sobre como cierto tipo de obras (películas, cuentos, discos**) que realmente llegan a provocar angustia y miedo, logran al mismo tiempo que él lector/espectador/escucha quede por un tiempo en una especie de estado de alerta, en donde los sentidos se agudizan y percibimos todo lo que nos rodea con mayor atención. (Paranoid Eyes).

Retomo. No es que el disco cause miedo. No como una película de terror. No tiene mucho que ver con eso. Algo quizás. Alguna sensación. Pero no. El asunto es que es tan desgarrador, honesto y directo que su escucha, en determinadas ocasiones, puede resultar una experiencia emotiva tan fuerte, que de alguna manera, da un poco de miedo. Es decir. Un miedo distinto, un miedo a sentir cosas y llega a provocar ese estado de alerta del que hablaba.
Con los años, y en mi búsqueda permanente de buscar cosas que realmente me provoquen emotivamente algo (algo, cualquier cosa, algo en este creciente amariconamiento del mundo del rock) he rescatado a The Final Cut y muchas veces he llegado a estar días enteros solo escuchando ese disco una y otra vez.


La colectividad de fans de Pink Floyd parece estar integrada en gran parte por miles de personas al pedo todo el día. Tiempo que les alcanza para hacer todo tipo de análisis, sobreanalisis y teorías interpretativas de todo tipo para con todas las obras de la banda y que se acumulan en un enorme corpus de escritos y mitología sobre su producción. Si a esto sumamos que el disco logro en los últimos años una cierta reivindicación por parte de la intelligensia indie (de la que me entere hace muy poco y por terceros) desde ya puedo adelantar que el siguiente post poco pueda agregar a lo ya escrito sobre el disco. Y no me importa.



El proceso de creación de The Final Cut fue largo y problemático. Tanto que termino con la disolución de la banda. En el no participo Richard Wright y es el último en que participa Roger Waters. En realidad, sino contamos la posterior resurrección de David Gilmour para convertir al nombre de la banda en un circo ambulante que fabricaba dinero, se lo puede considerar como el último disco de Pink Floyd. De hecho Waters concibió el disco con plena conciencia de ello desde una etapa muy temprana del proceso. Waters había empezado a componer las canciones del disco para la banda de sonido del filme The Wall de Alan Parker, pero rápidamente se convirtieron en un proyecto aparte. De ahí que él titulo original fuese Spare Bricks y termino siendo The Final Cut, en referencia a la ultimo montaje que se le hace antes de terminar un filme. Pero si bien termino siendo un disco aparte, The Final Cut es en lo temático, una continuación y complemento del disco anterior de la banda, en el cual se baso la película. Incluso se puede hablar de una pequeña trilogía junto a Animals (1977).

Las diferencias, ya no solo en lo musical sino ya también en lo político y filosófico, entre Waters y el resto de la banda (especialmente con Gilmour) habían llegado a su momento de mayor tirantez. Pero el control de la banda estaba desde hace unos años y cada vez mas, a cargo de Waters, mas que nada por falta de ideas del resto y no (solo) porque Waters se tratase de un dictador amo y señor de su banda. El asunto es que The Final Cut es casi un disco solista de Waters (de hecho se manejo la posibilidad que se editara de esa manera) ya que lo concibió todo él con la ayuda del productor Michael Kamen. El resto de los miembros de la banda se comportaron casi como los tantos músicos contratados para la grabación del disco. Un ejemplo de esto es el último tema del disco la batería no es de Nick Mason, sino que de un sesionista, ya que Mason no entendía y no lograba lo que Waters quería. Enla reunión posterior sin Waters nunca se tocó un tema de este disco. Para Gilmour, Mason y Wright este disco simplemente no existió.

Niños, como casi todos los discos de Pink Floyd se trata de un disco conceptual. Y en ese sentido, como obra conceptual, The Final Cut es un disco redondo. Waters logra conectar e interelacionar de forma magistral los temas en donde se basa el disco, logrando una narración perfecta. La critica de la política exterior inglesa, desde la Segunda Guerra Mundial hasta la vigente en ese momento Guerra de las Malvinas (get your filthy hands off my desert) logra conectarse con un hilo autobiográfico de Waters. No solo por la evidente conexión de Waters en su condición de huérfano que perdió a su padre en la guerra, sino buscando paralelismo en lo que cuenta sobre la guerra y sus consecuencias, con lo que él (Waters) vivía en ese momento: el final de la carrera de su banda y su condición de rock star en decadencia moral y espiritual.
Aquí se pueden señalar los principales reproches que le hacia Gilmour a Waters. Primero; el marcado carácter autobiográfico del disco, ese insistente yo, yo y yo de Waters que venia desarrollando hace unos años. Era un disco que Waters sentía que debía hacer por y para sí mismo. Por su bien. Pero que poco le importaba a Gilmour que ya estaba cansado de bancarse los delirios de millonario borracho de Waters (“¿Quién quiere seguir escuchando sobre el padre muerto de Roger una y otra vez?”). Pero por otro lado se dice que a Gilmour no le caía muy bien la abierta critica hacia el disco al gobierno británico de Margaret Tacher (¡Gordo caretón!).



Lo interesante es que para ser considerado un disco anti bélico, Waters no parece estar censurando a la guerra en si, sino al hecho de que las guerras se basan y justifican en una gran cantidad de mentiras. Que no se trata de pelear por motivos elevados como la patria, la libertad, la igualdad, la justicia, la felicidad (el post war dream) sino que solo son conflictos de intereses económicos que les sirven exclusivamente a los grupos de poder que gobiernan los destinos de los países en un momento dado. Grupos de poder comandados por tiranos a los que poco les importa arrastrar a pueblos enteros hacia la muerte solo para hacerse más ricos y poderosos. El disco habla de lo decepcionante que es descubrir eso por parte de los que realmente se juegan la vida en las guerras; los soldados y sus familias (Tell me true/ tell me why jesus crucified / is it for this daddy died). Descubrir que solo se trata de un conflicto ajeno al que se entra engañado y donde una hay nada que ganar y todo para perder.

They disembarked in 45/and no one spoke and no one smiled (Southampton dock)

When we came back from the war the banners and flags hung on everyones door/we danced and we sang in the street and the church bells rang/but burning in my heart/my memory smoulder on the gunners dying words on the intercom (The hero's return)

By the cold and religious we were taken in hand shown how to feel good and told to feel bad/tongue tied and terrified we learned how to pray/now our feelings run deep and cold as the clay/and strung out behind us the banners and flags/out of our possible past lie in tatters and rags (Your possible pasts)

What have we done to England/should we shout should we scream/what happened to the post war dream?/oh Maggie Maggie what have we done? (The post war dream)


Como decía una de las cosas más interesantes del disco es como Waters logra0 interrelacionar todos los temas. En especial los dos polos: el personal y el político. A lo largo de The Final Cut esto se puede ver en varias oportunidades y de varias maneras. Explicarlas (explicitarlas) todas seria trabajo de una pequeña monografia***. Pero algunos ejemplos para ilustrar.
The Final Cut tiene un protagonista en casi todo su relato: the hero. The hero puede funcionar como la figura del padre de Waters si este hubiese retornado vivo de la guerra pero es también un personaje que representa a todos los sobrevivientes de la guerra. Es con the hero que Waters logra reintroducir el tema uno de los temas centrales de The Wall: la incomunicación. Aquí se trata de la incomunicación que los soldados sufren al poder no expresarse abiertamente sobre lo que vivieron en la guerra y su consecuente incapacidad poder reintegrase plenamente en la comunidad y entre sus seres queridos. Pero cuando Waters habla de esto también sigue hablando de sí mismo y de sus dificultades para comunicarse sinceramente con sus propios seres queridos o con él publico en general a través de canciones o entrevistas.
Es por eso que los detractores del disco le acusan a Waters que, además de llorón, es tan caradura que anda comparándose desde su mansión de cristal con un desgraciado ex combatiente que sufrió una guerra en su propia piel. Puede ser que tengan algo de razón. Pero tratando de darle una interpretación positiva al asunto, lo que en realidad esta queriendo decir Waters es que no se trata de un exclusivo problema de él o de los veteranos de guerra. Se trata de un problema universal. Que ni siquiera si conseguimos lo que la sociedad considera como una vida exitosa (la de un artista exitoso) eso sea una garantía para sentirnos menos solos y comprendidos, ya que ha que a todos nos bloquea un temor de que si nos entregamos sinceramente hacia los demás estos terminen abandonandonos, por lo que para vivir y convivir estamos obligados a interpretar un personaje y no ser nosotros mismos.

Sweetheart/sweetheart are you fast asleep, good/cos that`s the only time that I can really talk to you/ and there is something that I've locked away/a memory that is too painful/to withstand the light of day (The hero's return)

You believed in their stories of fame fortune and glory/now you’re lost in haze of alcohol of middle age/the pie in the sky turned out to be miles too high/and you hide hide hide/behind brown and mild eyes (Paranoid eyes)

And if I show you my dark side/will you still hold me tonight/and if I open my heart to you/and show you my weak side/what would you do/would you tell the story to the Rolling Stone/would you take the children away/and leave me all alone/and smile in reassurance/as you whisper down the phone/you send me packing or would you take me home? (The final cut)



A propósito de esto. Waters también parece también estar hablando sobe el proceso de producción del disco. The Final Cut nace de una necesidad puramente individual de expresar una serie de sentimientos que solo a él le interesan. Es su disco. En la línea de lo que veníamos diciendo, ha perdido el temor de expresarse libremente y no le importa que eso le cueste que la disolución de la banda, que le público le dé la espalda o sea también ninguneado por la critica. Es su disco y es lo único que le interesa.
Digamos entonces que es la eterna duda del artista de preguntarse para quién esta haciendo lo que esta haciendo: ¿Para él?, ¿Para él publico?, ¿Para la compania discográfica?. Mas si se trata de un artista de una fama considerable metido en la maquinaria de la industria del rock desde hacia años.
Dicho sea de paso, para los que no saben, el disco fue un fracaso de ventas (debe ser el disco menos vendido de la historia de Pink Floyd) y de critica. Prácticamente todo el mundo se dedico a hablar de mal él, tanto que convirtió en una verdad indiscutible: The Final Cut era una garcha.

Este tema de las motivaciones se hace más evidente sobre el final del disco. En la penúltima canción: Not Now John, la mas rockera y enojada del disco.
La canción anterior, The Final Cut, Waters esta en su momento mas intimo, confesional y de desahogo En ella termina con el verso I never had the nerve to make the final cut. Aprovechando el recurso de surco único que tenían los discos de Floyd el final de la canción es "interrumpido" por Not Now John, con dos violentos y cortantes versos: Fuck all that we`ve got to get on with these!/got to compete with the wily japanese!. Lo curioso es que esta cantada a duo con David Gilmour (que es el que interrumpe, en su unica participacion vocal en el disco) haciendo como de si mismo. Explico.
La letra de Not Now John se trata de un dialogo entre...bueno un dialogo (literal y metafóricamente) entre John Waters y David Gilmour, pero también (principal y evidentemente) entre o John Waters y Alan Parker****. Es decir entre John Waters y los representantes de la industria del espectáculo y por extensión general es un dialogo entre deseos individuales del artista y los deseos de la industria. En definitiva, entre los deseos individuales de los seres humanos en contraste con los que la sociedad pide de él.

No deja de ser curioso (y al mismo tiempo representativo de lo que pasaba en el banda en ese momento) que Gilmour este representando al malo de la película en la canción. Al que esta solo por la guita y poco le interesa que hacer mientras de dinero. Es decir, literalmente le esta pidiendo que termine con toda esta cháchara del artista sufrido y que vuelva a poner a Pink Floyd sobre los rieles de la gran maquina del entretenimiento mundial.

Not now John/we've got to get on with the film show/Hollywood waits at the end of the rainbow/who cares what it's all about/as long as the kids go/not now John/got to get on with the show /hang on John.

Hay otro detalle interesante en la canción. En ella Waters equipara a la industria del entretenimiento con la maquinaria capitalista que provoca las guerras: El negocio del rock, el negocio de Hollywood, el negocio de guerra. Todo lo mismo.

Fuck all that we`ve got to get on with these/got to compete with the wily japanese/no need to worry about the vietnamese/got to bring the russians bear to his knees/wll, maybe not the Russian bear/maybe the swedes/we showed Argentina/now let`s go and show these/make us feel tough/and wouldn`t Maggie be pleased

Este es punto es muy interesante. Ya es muy difícil que hoy en día un artista mainstream haga un acto tan critico y abierto de la política exterior de su país en donde literalmente se puede estar jugando la carrera. Sobran ejemplos de artistas estadounidenses supuestamente rebeldes que como mucho han hecho tímidas declaraciones pacifistas sobre la invasión de Irak y han elegido mirar para otro lado antes que hacer algo que les signifique vender unos miles de discos menos. Pero es mucho mas difícil aun encontrar a un artista al mismo tiempo haga evidente -y se sienta un poco culpable- por el hecho de pertenecer o lidiar a la misma industria que genera las guerras.

Not now john precede al casi único tono de esperanza en el disco. La ultima canción: Two suns in the sunset. “Esperanza” es una manera de decir. Pero ya la manera de cantar de Waters, el ritmo mas relajado, el mood general es un poco mas alentador. Pero veamos en que consiste esta esperanza. Waters ve que el Holocausto y el fin de la humanidad es algo inevitable a lo que nos aproximamos sin otra alternativa. Esta cerca. Pero todo fin puede significar un nuevo comienzo. Un holocausto nuclear puede ser visto con esperanza, ya que los sobrevivientes se darán cuenta que para encontrar felicidad plena esta tiene que ser colectiva y no a costa de los demás. Solo de esa manera, sobrevivientes al horror extremo se podrán construir una sociedad mejor y mas justa.

And as the windshield melts/My tears evaporate/Leaving only charcoal to defend/Finally I understand/The feelings of the few/Ashes and diamonds/Foe and friend/We were all equal in the end




He hablado muy poco de la parte musical. Básicamente el disco tiene todas a características del Floyd de Waters. A nivel de sonido es técnicamente impecable pero como decía al comienzo del post, todos los efectos de sonido y hallazgos técnicos esta al servicio de la narración, de la canción y de la emoción. No solo se trata de poner efectos y buscar sonidos porque si para decir “que bien esta grabado”. El detallismo en los sonidos (gritos, sonidos escondidos, ruidos de la vida cotidiana, conversaciones, radios, instrumentos que se van y vienen, los detalles de cómo se va de un lugar a otro) del disco es una de sus principales virtudes. También una característica del disco que conviven tonos íntimos y de volumen bajo, con la voz de Waters apenas acompañada de una instrumentación modesta y de un momento a otro sale PINK FLOYD en toda su expresión y grandilocuencia con toda la orquesta inundando desde los parlantes toda la sala y haciendo temblar los suelos. Esa convivencia de la orquesta que se lleva todo por delante con todo su poderío con la sencillez de los momentos íntimos puede ser una correspondencia con lo temático del disco, donde se entrelazan los temas personales (li intimo) con los políticos (lo trascendental y avasallante). Ah!. Y para ser un disco en que Gilmour no participa mucho se manda tres solos de guitarra maravillosos, ya que a ser un disco casi solista saca lo mejor de su banda (y también hay solos de saxo, digo, para que estén avisados).
Pero la interpretación vocal es el elemento determinante para lograr todas las emociones que el disco quiere transmitir. Esta, va desde los susurros hasta los gritos, es tan real y dramática que pone la piel de gallina. Dice cada cosa que tiene que decir de la manera necesaria para que transmitir lo que quiere transmitir. En todo el disco se transluce que Waters estaba haciendo el disco porque realmente le importaba. Quería un disco que realmente significase algo para él y en ello a puesto un cariño y trabajo admirable.

*que mentiroso
**(Estabamos hablando especificamente de tres cosas: el cuento 7 Pisos de Dino Buzzati, la película japonesa Ju-on: The Grudge, Takashi Shimizu, 2003 y los discos de Throbbing Gristle).
***que exagerado!
****Por la conflictiva relación sobre los diferentes enfoques de cómo hacer el filme.


miércoles, diciembre 01, 2004


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